El estrés en la colombofilia

El estilo de vida de la sociedad actual ha ligado el uso del término estrés a una alteración, tanto física como psicológica, que acaba arrastrando al organismo hacia cierta variedad de cuadros patológicos.

Fisiológicamente, la evolución ha diseñado el estrés como un mecanismo de defensa, que predispone al organismo de los vertebrados para enfrentarse a situaciones que puedan suponer una amenaza, o que requieran una elevada demanda de energía. Aunque sí es cierto que, cuando un organismo está sometido a estrés durante periodos prolongados, sus efectos acabarán pasando factura a su salud.

Cuando hablas con compañeros, o lees artículos acerca del manejo de la colonia, siempre nos aconsejan que el palomar debería ser un remanso de paz. Las palomas tienen que estar tranquilas. ¿Por qué? Muy sencillo. El nerviosismo presente en un ambiente intranquilo juega en nuestra contra en varios niveles. Como veremos más adelante, va a mermar la salud de la colonia, limitará la capacidad y calidad reproductiva, lastrará el crecimiento de los pichones y hasta perjudicará, como no, el desarrollo deportivo de nuestras atletas.

El estrés es otro de esos enemigos silenciosos que está al acecho para amargarnos una campaña.

Entremos un poco más en materia. Vamos a diseccionar este problema basándonos en los conceptos de algunos expertos que se han acercado con más profundidad a este campo. Dividiremos el estrés que pueden padecer los animales en 2 tipos:

1-Estrés psicológico, que puede ser debido a:

  • Restricción de los movimientos o inmovilización.
  • Manejo poco delicado durante procesos habituales como encestes, reanillamientos, enjaules, transportes, sueltas, etc. Especialmente durante las primeras ocasiones, cuando las aves aún no están acostumbradas.
  • Exceso de población o espacio reducido en el palomar, como fuente de enfrentamientos frecuentes entre los individuos que lo habitan.
  • Novedades. Cualquier novedad, cuando un animal es súbitamente expuesto a ella, es un gran factor productor de estrés psicológico, especialmente en los individuos más jóvenes. En la vida salvaje, las novedades y los sonidos o imágenes extrañas suelen ser señales de peligro.
  • Constante presión depredadora.

Todos presentan un poderoso denominador común dentro del mundo animal, el miedo, uno de los principales productores de estrés. En cualquier caso, para los animales domésticos, tanto las experiencias previas como los factores genéticos relacionados con el temperamento, interactúan de maneras complejas para determinar cuánto miedo va a mostrar un animal ante una situación determinada.

Centrándonos en el trato colombófilo-palomas, un ejemplo de lo anterior podemos encontrarlo en aquellas aves que han sufrido experiencias previas de manejo poco delicado o inadecuado. Para ellas constituirá una experiencia agresiva que recordarán de cara a futuras ocasiones, y cuando se las vuelva a exponer al mismo manejo, podrían sufrir más estrés que aquellas cuyas experiencias previas hayan resultado benignas.

Es un concepto básico en la colombofilia el hecho de que las palomas deben estar tranquilas durante nuestra presencia y manejo. Con el tiempo, la exposición gradual de los pichones a las experiencias novedosas les permite acostumbrarse a estímulos indoloros que en un principio les habían provocado una reacción de fuga (manipulación, encestes, etc).

Sin embargo, diversos estudios sobre animales de granja han demostrado que estos no se habitúan a procedimientos que, sin ser necesariamente dolorosos, les generan mucha aversión. Esto es igualmente válido para las palomas, que jamás llegarán a acostumbrarse a un manejo que les cause un gran malestar, por mucho que se repita la experiencia a lo largo de su vida.

Asimismo, la forma en que un animal es manejado en las etapas tempranas de su desarrollo tendrá un efecto perdurable en su respuesta fisiológica a situaciones de estrés durante el resto de su vida. De esta forma el manejo dócil y continuado de los pichones suele derivar en adultas más tranquilas y fáciles de manejar, ya que el amansamiento puede reducir la reactividad fisiológica del sistema nervioso de cara a futuras experiencias ajenas a lo habitual.

Las experiencias previas de manejo interactúan también con los factores genéticos, por lo cual las características de cada estirpe también pueden determinar en cierto grado el tipo de reacción de un individuo respecto a los demás, según los rasgos que cada criador haya seleccionado en sus colonias.

2-Estrés físico, debido por ejemplo a:

  • Mala alimentación y déficits nutricionales.
  • Sed.
  • Falta de descanso.
  • Fatiga. -Lesiones.
  • Parásitos externos.
  • Condiciones de temperatura y humedad extremas.

Ahora que conocemos algunos tipos de estrés y sus causas, ¿cómo podemos cuantificar el estrés en nuestras palomas? Podemos hacerlo usando una combinación de dos métodos:

Las mediciones en el organismo y los tejidos de las palomas.

El análisis de la conducta de nuestras aves.

Aunque solo sea posible realizar uno de ellos con los medios de los que habitualmente disponemos en el palomar, aplicando ambas vías de forma simultánea obtendríamos una mejor medida general del estado de incomodidad que puedan estar padeciendo las aves.

1. Mediciones en los tejidos y fluidos de las palomas:

A pesar de la imposibilidad de llevarla a cabo para la mayoría de colombófilos, nos conviene tener ciertas nociones de los cambios fisio y citológicos que se producen en el organismo de una atleta estresada porque, como veremos más adelante, entran en grave conflicto con el desarrollo orgánico del deporte. Además, estos factores de tipo hormonal suelen llevar asociado un mecanismo de respuesta que se traduce en la conducta de las palomas y es, por tanto, visible a ojos del colombófilo.

Entre los cambios relacionados con el estrés que se pueden medir en las aves, destacarían las concentraciones de corticosteroides, adrenalina, noradrenalina y hormonas tiroideas. Otras variables asociadas al estrés son los niveles sanguíneos de cortisol plasmático (siendo la medida más clásica de estrés), glucosa, lactato, insulina, ácidos grasos volátiles y volumen globular aglomerado (VGA). Presentándose los valores más altos en aquellos animales sometidos a condiciones más estresantes.

2. El análisis de la conducta animal:

Es el más fácil de efectuar y el colombófilo avezado siempre se encuentra en vanguardia a la hora de detectarlo. Podemos descubrir la presencia de estrés ante la aparición de conductas anormales, repetitivas o redirigidas (picoteos, marchas, balanceos, etc). En las aves podríamos incluir, por ejemplo, el cuidado y estado general de las plumas, que suele resultar altamente significativo como medida de los niveles de estrés.

Según los mecanismos de respuesta determinados por factores de tipo hormonal o de tipo conductual, las aves, en su afán por cambiar su propia situación respecto del estímulo causante de estrés, realizarán conductas determinadas; por ejemplo, el simple deseo de huida para evadir estímulos como el dolor, o la amenaza de un depredador.

En el caso de estímulos generadores de estrés, como por ejemplo el “estrés calórico”, las aves activan conductas de disminución en el consumo de alimento, incremento en el consumo de agua y mecanismos de termorregulación, que involucran conductas visibles como el repliegue de las plumas, la extensión de las alas y el jadeo.

Cuando las palomas son expuestas a un estímulo de aversión que por falta de experiencia no pueden predecir, se pueden presentar los estados conocidos como ansiedad o miedo. Entre las manifestaciones conductuales sobresalen el incremento en actitudes como la vigilancia extrema, aumento en el estado de alerta así como en la capacidad de reaccionar, también denominada “reactividad” (nerviosismo).

El estrés y sus posibles efectos negativos:

Ya sabemos que el estrés es un estado que prepara a la paloma para una respuesta rápida. Básicamente, durante la reacción de alarma, el organismo va a disparar la producción de adrenalina y la de corticosterona. Este estado no perjudica en absoluto al organismo, el problema sobreviene cuando encontramos una persistencia… cuando el ave, por alguna de las razones antes expuestas, se encuentra constantemente estresada.

El efecto conjunto de ambas sustancias está destinado a la movilización de las reservas de energía almacenadas por el organismo… carbohidratos, grasas y proteínas.

Si una paloma se encuentra ante un peligro real, esta reacción es estupenda. Pero si simplemente está estresada porque nosotros mismos la asustamos… y si esto se mantiene día tras día… ya nos podemos ir olvidando de que esta paloma vaya a tener suficiente energía almacenada para un concurso exigente.

Esta situación es extensible al desarrollo de los pichones, que van a ver reducida su disponibilidad de grasas y proteínas a la hora de “construir” su organismo.

Los reproductores se van a encontrar un panorama parecido, ya que les constará mantener el sobrecoste de la cría para su propio organismo. Y es probable que las hembras vean limitada la calidad de sus huevos, con lo que el problema pasa a la siguiente generación.

Por otro lado, y como todos sabemos, el estrés puede suponer un hándicap importante para mantener un estado de salud óptimo dentro de la colonia.

Algunos autores sostienen que la continua activación de la glándula suprarrenal, durante los ciclos de producción de adrenalina, la vuelve progresivamente insensible a los factores de activación, o incluso llega a alterar su estructura, con lo que acabará por perder efectividad.

Y a largo plazo, la presencia prolongada de glucocorticoides como la corticosterona en el sistema circulatorio acabará por tener un efecto perjudicial sobre la estructura de algunos órganos linfoides (timo, bazo y bolsa de Fabricio) considerados como blanco. Estos órganos forman parte del sistema inmunitario produciendo y desarrollando algunas de las células defensivas que protegen el organismo. Sin ser consciente de ello, la propia paloma se está inmunosuprimiendo.

Un palomar tranquilo, por tanto, no solo es necesario para el conveniente descanso de nuestras palomas, también es imprescindible cuando queremos asegurarnos de que su crecimiento, su capacidad física y su salud estén aseguradas.

Carlos Padín Cores – Zoólogo.


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